Nuestro octubre // Ni una menos
Como siempre, el cierre de listas electorales fue frenético. Como siempre, los nombres se deciden entre pocos y algunos, algunas, se enteran a último momento de que estará entre quienes pueden ser votados, votadas. Como nunca, esta vez las mujeres fueron buscadas, convocadas, privilegiadas por encima de otros acuerdos más tradicionales, según la lógica de los partidos. Si en los ‘90, cuando recién se ponía en práctica la ley de cupo, “poner a la mujer” era signo de minusvalía, ahora presentar a las mujeres adecuadas fue motivo de orgullo; incluso de valor diferencial. Ese valor que da haber escuchado la voz de la calle, el grito que cientas de miles de mujeres hicimos oír en los últimos doce meses en los que fuimos protagonistas de cuatro movilizaciones masivas. El paro de mujeres fue herramienta para interpelar a las organizaciones sindicales y construir alianzas insólitas con las mujeres en los gremios, con las desocupadas y las cuentapropistas, con las amas de casa y las pr